De entre las decenas de estrenos con las que nos bombardean las plataformas de contenidos bajo demanda cada día, alegra encontrar de vez en cuando alguno sobre el que valga la pena escribir unas líneas. Más todavía cuando se trata de una producción argentina.
Nos pasó con Crímenes de familia, el nuevo largometraje de Sebastián Schindel (de él se puede ver en Netflix también El hijo), con Cecilia Roth y Miguel Ángel Solá Sofía Gala Castiglione, Benjamín Amadeo y Yanina Ávila como protagonistas.
Rodada en cuatro semanas y con un muy bajo presupuesto, el filme que se estrenó el pasado jueves 20 de agosto, con muy poco cuenta mucho y lo cuenta muy bien.
La historia gira en torno a la familia que conforman Alicia (Roth) e Ignacio (Solá), un matrimonio acomodado del barrio de Recoleta, y la conflictiva relación que mantienen su hijo Martín (Amadeo) con su nuera Marcela (Sofía Gala).
La narración avanza en dos relatos paralelos: mientras nos va desvelando las idas y vueltas de la joven pareja y su pequeño hijo, entre drogas, violencia, mentiras y verdades, nos enteramos también de hechos todavía más graves que involucran a la empleada del hogar del piso en el que viven Roth y Solá, Gladys.
Con pocos diálogos, con avances y retrocesos en el tiempo de los crímenes que se intentan dilucidar, la película toca temas como la violencia de género, la corrupción judicial, los valores morales, la educación, el aborto, el feminismo… Aunque todos se materializan en las tres protagonistas mujeres y madres que tienen el filme. Alicia, Marcela y Gladys, cada una desde su posición social y sus posibilidades, harán lo imposible, e incluso lo impensado, por sus hijos.
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