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El himno de Messi

El drama deportivo amenazaba; los insolentes magistrados mediáticos acusaban sin piedad; el hincha se mentalizaba en el bar de la resignación. Argentina padecía la eliminatoria. Entre la transición de Segura, la intervención de Pérez (Infantino debió desafiliarnos y jugó al distraído) y la incipiente gestión Tapia, pasaron por la Argentina tres entrenadores (Martino, Bauza y Sampaoli) y una mala praxis de estudio obligado para futuras generaciones de dirigentes de fútbol. Al borde del abismo, la Selección era un paciente depresivo incapaz de rebelarse. Dentro del campo, anarquía. Fuera del campo, silencio. El bloqueo mental del equipo exponía –aún más– su paupérrimo nivel colectivo. Para más inri, Tapia y Angelici instrumentaron una mudanza de estadio para que La 12 gane el partido ante Perú con su aliento. Absurda pantalla con fin lucrativo de la AFA democratizada. No existen estadios fríos y calientes. El fútbol es un deporte donde –generalmente– gana el que juega mejor. O el que tiene a Leo Messi.

Quito era la última esperanza. O Argentina ganaba o corría serio riesgo de mirar el Mundial por la tele. Después del 0-0 en la Boca, Sampaoli –con escaso tino– otorgó un día libre a los jugadores. Rápidamente, Messi y Mascherano reaccionaron. Y se quedaron en Ezeiza. Los capitanes dieron el ejemplo. Argentina no estaba para paseos familiares o salidas nocturnas.  O Rusia o irse a la B. O Rusia o el vitalicio estigma a Messi y compañía. O Rusia o Devoto. Un Mundial es un hecho cultural que altera el humor de los argentinos… Licencia de gol. Al final de una agitada jornada de debates, el cabildo abierto del hincha –en deliberación extraordinaria–, aprobó por unanimidad la moción Nro. 10 del orden del día. “O le dan la pelota a Messi o qué quilombo se va armar”.

Y se la dieron nomás… Un colosal Leo Messi le regaló la clasificación al Mundial a 40 millones de argentinos. El 10/10 la rompió el “10”. ‘Hat-trick’ demoledor y pasaje asegurado a Rusia 2018. Leo le dio vida a un equipo con respirador artificial. Leo impuso la ley de su zurda en el Atahualpa de Quito. Leo le hizo un guiño de Mundial a Sampaoli. Leo les contestó a los miserables en la cancha. Leo fue el Passarella barra Gareca del 85 y el Palermo del 2009. Pero multiplicado por tres. Leo es el goleador histórico de la Selección y el máximo anotador de las eliminatorias junto con su amigo Luis Suárez. Leo es argentino. A los ‘haters’ de Leo (insalubre tarea la de ustedes, muchachos) les contesto: “El himno de Messi sonará en Rusia”.

Sergio A. González Bueno

Persigo la oda del gol; un soneto de campeón; un poético caño, una trova de 'rabonas'; una estrofa de Diez; una copla de aliento... ¡Fútbol y letras!

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