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Esteban Becker, del anonimato a la conquista del fútbol africano

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El entrenador argentino, que lleva más de 20 años en España, se ganó el corazón de todos los ecuatoguineanos por sus hazañas con las selecciones femenina y masculina.

Hay pequeños gestos que pueden cambiar para siempre nuestras vidas. Cosas que cuando las hacemos no tenemos la más mínima noción de las consecuencias que pueden acarrear. La historia que vamos a contar es un claro ejemplo de que el azar puede tener mucha influencia en nuestro destino, pero otra gran parte está en las decisiones que tomamos día a día.

Era una jornada más de entrenamiento del club de fútbol Fuenlabrada, cuando un joven africano se acercó al míster para contarle que estaba haciendo el curso de entrenador en España y que le gustaría incorporarse al cuerpo técnico para aprender y hacer prácticas. Esteban Becker, el argentino que entonces dirigía al equipo madrileño, no solo no dudó en aceptarlo sino que cada mañana hacía un alto en el camino desde Torrejón de Ardoz para recoger al joven, llevarlo en su coche y que no tuviera que hacer así el largo viaje en transporte público.

Dos años después, el aprendiz le dijo al maestro que tenía una propuesta para hacerle. El presidente de la Federación de Fútbol de Guinea Ecuatorial, su país de origen, quería hablar con él para ofrecerle dirigir la selección femenina de fútbol. El muchacho resultó ser el ‘Maradona’ de aquella tierra, exjugador e ídolo de la Nzalang, el nombre con el que se conoce al conjunto nacional. Juan Micha Obiang tuvo la dura tarea de convencer a Becker de que aceptara el puesto. “No quería saber nada de dirigir mujeres, por puro desconocimiento, siempre trabajé con hombres”, reconoce el argentino. Pero la oferta económica era tan tentadora que, al final, dio el sí.

becker2Y no se arrepintió. Este hincha de Independiente nacido hace 50 años en Bernal, exestudiante del Normal de Quilmes, exjugador de la Inferiores del club de sus amores, de la Primera de Quilmes y de equipos pequeños de Bélgica y Alemania, graduado como profesor de Educación Física en el INEF, llevaba desde los 90 en España, donde se desempeñó como docente en el Colegio Montfort, y como entrenador de la Real Deportiva Alcalá, el San Fernando de Henares o el ya mencionado Fuenlabrada, entre otros. Trabajos a los que les dedicó toda su pasión y esfuerzo, pero ninguno le dio las satisfacciones y reconocimiento que sí le otorgó su salto al continente africano.

Con Becker en el banquillo, la selección femenina de Guinea Ecuatorial se convirtió en campeona de África en el año 2012 con un desempeño arrollador: todos los partidos contados por victorias, 17 goles a favor y ninguno en contra. La finalización del contrato de Andoni Goikoetxea como míster del combinado masculino y la renuncia de Marruecos a organizar la Copa de África 2015 por temor al ébola se aliaron para que la federación ecuatoguineana pensara en el cuerpo técnico con mayoría de argentinos que desde hacía unos años tan bien lo estaban haciendo con las chicas del país. Guinea Ecuatorial no iba a jugar esa competencia así que la tarea de formar un combinado fue contra reloj. En tan solo 10 días, Becker reunió un equipo nuevo, con mayoría de “jóvenes con hambre”, en el que había solo un profesional, Balboa, ex del Real Madrid.

Asumieron con el propósito de hacer historia y lo volvieron a conseguir con el cuarto puesto logrado en la clasificación (perdieron la semifinal contra la mucho más poderosa Ghana y en el partido por el tercer y cuarto puesto, vacíos ya de fuerzas, cayeron en los penales con Congo, con quien habían empatado en la primera fase). “Tuve futbolistas con ilusión y ganas de convertirse en profesionales, jóvenes e inteligentes que supieron captar nuestro mensaje, sabían que éramos hormigas contra elefantes. Tenía dos opciones, no aceptar el cargo, o aceptar y salir a defender y a atacar con ambición. En África se ataca bien pero se defiende peor, entonces decidimos presionar arriba, a los más débiles”, cuenta el seleccionador los secretos de su éxito.

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Las llamadas y entrevistas, sobre todo desde su Argentina natal, no pararon de llegar a partir de entonces para contar su historia. “Para mí fue un salto de calidad. Ir a jugar contra Egipto, por ejemplo, y tener a Héctor Cúper en el banquillo de enfrente. O salir en un reportaje sobre entrenadores argentinos de moda en el mundo de la revista El Gráfico al lado de Gareca, Giampaoli, Pekerman o Ramón Díaz. Hasta Eto’o vino a saludarme en una visita que hice al entrenamiento de la Sampdoria. ‘Míster, la que habéis liado. Te he seguido’, me dijo al pegarme un abrazo”, cuenta.

Claro que no se conforma ni cree haber tocado techo. “Nuestro objetivo ahora es clasificar para la siguiente Copa Africana. Llegar al Mundial de Rusia sería un milagro”, confiesa. Si mira más lejos en el horizonte, nunca descarta el sueño de dirigir a su querido Independiente. Como cuando era jugador de su cantera y todos los días sin excepción se acercaba al entrenamiento de la Primera para que su máximo ídolo, Ricardo Bochini, le firmara autógrafos. Un día le estampó su firma en el billete de cinco pesos con el que tenía que volver a casa en colectivo y, a partir de ahí, viajó gratis por un tiempo, porque le enseñaba a los choferes el preciado tesoro y les decía que era el único dinero que tenía y le perdonaban el pasaje. Si algún día regresa a Avellaneda será con aquellos cinco pesos como amuleto.

 

Betiana Baglietto

Periodista, escribidora. Con un pie en cada orilla. Más de 10 años en España, y aún no pierdo el acento. Loca por Bruno y Mateo

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