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GABRIELA POCHINKI: La vuelta al mundo por los escenarios de la ópera

La cantante lírica argentina más internacional, de visita en España, repasa una carrera de vértigo.

Que un día te suene el teléfono y te inviten a cantar a la casa de Michael Jackson no es algo que le pueda pasar a cualquiera. Pero Gabriela Pochinki se preparó desde el primer momento que decidió ser cantante para cosas como éstas. La suya es una historia de esas que dan vértigo, que hacen parecer anodina la vida de quien la escucha narrar la propia. Y más con la energía y entusiasmo con los que te la cuenta.

Gabriela está a principios del mes de noviembre en Madrid, porque ha sido invitada para cerrar con su voz un seminario sobre la yerba mate organizado por la Embajada Argentina en España. Tras una velada que se preveía corta, pero que acabó con infinitos bises, cuando termina de amamantar a su pequeño Jaim, se dispone a hablar desde la habitación de su hotel con Argentinos.es sobre su presente, su pasado y futuro como la cantante lírica argentina más internacional.

Empezamos por el presente, que la tiene enamorada de su bebé y de su rol de madre. Confiesa entonces estar en el mejor momento de su vida: “Hay un antes y un después de ser madre. Lo de ser cantante es minúsculo al lado de esto. ¡Cómo mis amigas no me avisaron lo que significaba! Lo que me perdí antes por mi carrera. Pero Dios se acordó de mí”.

Su hijo nació en Nueva York, una de las muchas ciudades fundamentales a la hora de construir su biografía. Hacia allí se fue a profundizar su formación musical después de haber estudiado en Argentina con grandes maestros (además de haber hecho la carrera de fonoaudiología en la Facultad de Medicina de la Universidad del Salvador). Allí conoció a personalidades de la talla de Luciano Pavarotti o Robert de Niro y se graduó en la Manhattan School of Music como bachelor y master en Ópera.

Justo antes de acabar el máster, le propusieron una audición en Lucerna, Suiza. Regresó a Estados Unidos y viajó a Europa con un contrato de ocho meses. A partir de ahí, su carrera se convirtió en una sucesión de contratos de ese mismo periodo de tiempo en los escenarios más prestigiosos del mundo: la Scala de Milán, la ópera de Salzburgo en Viena, el Illinois Opera House de Chicago, la ópera de Virginia, la New Israel Opera Tel Aviv o la ópera de Bonn.

De cada una se llevó y dejó algo, como en Viena, donde su nombre quedó grabado en la pared de las estrellas como mejor María de West Side Story (Amor sin barreras). O en Italia, en donde la eligieron la mejor cantante lírica del mundo y le abrieron las puertas de un plató de televisión. “En Milán pasé los mejores años de mi vida, los italianos te dan mucho amor, y además aprendí televisión. En Salzburgo me iba en bicicleta a cantar. En Los Ángeles, con los Jackson, que el artista tiene que escribir su propio libro. Nueva York es distinto a todo. Y Tel Aviv…”, repasa y suspira.

 

Todos esos años de mudanzas, de idas y venidas, de integración en nuevas culturas y de aprendizaje de nuevos idiomas (habla seis), le sirven a Gabriela para dividir su carrera en tres etapas bien diferenciadas:  “una primera totalmente lírica, conservadora;  la segunda, en Salzburgo, pegada al musical; y la tercera ligada al pop, fusión de pop con lírica”.

Es en esta tercera etapa, vinculada a lo popular en la que entra su relación con la familia de Michael Jackson. Un 20 de julio, unos productores alemanes que la habían visto actuar, la llamaron por teléfono para proponerle ir a cantar No llores por mí Argentina al cumpleaños del padre de la estrella del pop mundial, en Neverland. Allí fue, cantó y compartió una larga e inolvidable jornada con la familia. Pero la satisfacción no terminó ahí, porque al otro día la llamó el padre de Michael para preguntarle si quería quedarse en Las Vegas a grabar un CD de pop. Una tentadora propuesta que no rechazó y que la animó a hacer tiempo después otro disco con Sony de arias traducidas y tangueras, con base de bandoneón, en el que pudo lucir tanto su veta pop, como su técnica vocal y su brillo lírico.

 

03-11–2016 Fotos: ©Carlos Picasso Actuaci—ón de la soprano Gabriela Pochinky en la Embajada de de Argentina en Españ–a y ensayo previo antes de su actuaci—ón en Madrid, en el Conservatorio de Getafe. En el marco de la promoci—ón de la Yerba Mate en Españ–a.

Buenos Aires, pasado, presente y futuro

Pochinki se siente ciudadana del mundo y agradecida a cada país que le dio la oportunidad de trabajar y crecer tanto en lo artístico como en lo personal. Pero siempre regresa y anhela a su Buenos Aires natal.

Nació en Caballito, aunque ahora vive en Palermo y fue en el mismísimo Luna Park, con apenas 10 años, durante un concierto de Luciano Pavarotti, cuando empezó “a ser cantante”. Esos instantes en los que la vida te da una pista precisa acerca del camino que tienes que tomar, ese momento de revelación que todos esperamos y que a no todos nos llega.

Ella ya cantaba desde pequeña y todo el mundo hacía silencio. “Algo notaba. Nací con una linda cualidad de voz”, reconoce. Aunque también insiste en recalcar que todo lo demás fue trabajo y sacrificio, además de la pizca de suerte que siempre se necesita. “Para ser grande requieres una gran formación”, señala. Y también una enorme fuerza de voluntad y convencimiento para imponerse a su padre que no quería una artista en la familia. “Cuando miro desde arriba del escenario y voy para atrás, se cumple lo que me enseñaron: prepararte para cuando el teléfono suena, porque las oportunidades pasan”.

Buenos Aires también le dio la oportunidad de conocer al actual Papa Francisco, de tenerla como Personalidad Destacada de la Cultura y de actuar en el Teatro Colón. Hacia el templo de la música clásica porteña apunta su futuro. Porque allí sueña con volver a actuar, así como también quiere hacer cine, “porque entras en todas las casas del mundo”.

Por lo pronto, en el horizonte más cercano está regresar a España en febrero para cantar ante el rey de España Felipe VI y el presidente Mauricio Macri, con motivo de la celebración de ARCO, la feria de arte de Madrid que este año tendrá a Argentina como invitada especial.

“Y lo que Dios me ponga en el camino”, dice. Porque Dios sabe que la encontrará lista y preparada para cualquier desafío.

Betiana Baglietto

Periodista, escribidora. Con un pie en cada orilla. Más de 10 años en España, y aún no pierdo el acento. Loca por Bruno y Mateo

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