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RAMÓN PUERTA” tengo andaluz, vasco y una gotita de italiano también en la sangre”

unbenanntEl nuevo embajador argentino en España nos abre las puertas de su residencia en Madrid para presentarse, hablar de su gestión y de las relaciones bilaterales.

Al acercarnos a Fernando el Santo, 11, desde el Paseo de la Castellana en Madrid, algo nos indica que estamos cerca de territorio patrio. Unas vallas con los colores de la bandera argentina guardan los sitios de estacionamiento frente a un alto muro por el que asoma un viejo y frondoso árbol. Detrás se esconde la residencia del embajador argentino en España que, desde hace apenas unos meses, ocupa Ramón Puerta.

La reja se abre sin demasiado protocolo tras anunciarnos ante el portero, y nos parece buena señal, sensación de que la antigua casona tiene un inquilino dispuesto a recibir a los compatriotas que lo necesiten. En uno de los amplios salones de la planta baja transcurre la charla con Argentinos.es, en la que un hombre que ha pasado por casi todos los cargos importantes de la política nacional y provincial nos habla de sus antepasados españoles, nos cuenta cómo afronta este nuevo desafío y analiza también las realidades de los dos países que ahora le toca unir desde su gestión.

Misionero de Apóstoles, empresario yerbatero de éxito, a Puerta le tocó tomar el mando de Argentina durante un par de días tras la estrepitosa renuncia de Fernando De la Rúa. En las últimas elecciones que encumbraron a Mauricio Macri como presidente de Argentina, el exgobernador, senador y diputado apoyó a uno de sus máximos opositores, Sergio Massa. Algo que no ha sido un obstáculo para que el líder de Cambiemos y amigo suyo personal, le confiara una de las embajadas más importantes para el país.

-¿Ya se acostumbró a los dos besos o en Misiones se saluda así?

En Misiones damos dos besos cuando la chica es linda.

-¿Hay un pasado andaluz en su árbol genealógico?

Mi abuelo emigró a la Argentina en 1913 desde la provincia de Granada, de un pueblo llamado Gualchos, cerca de Motril y Sierra Nevada. Y por el lado de mi mamá, Galarza es navarro, en el límite con el País Vasco, y Brear es vasco-francés. Así que tengo andaluz, vasco y una gotita de italiano también en la sangre.

-¿Cómo era su relación personal con España antes de ser embajador?

Siempre anduve por acá por distintas razones. Una, por su belleza y sus encantos, que son innegables. También porque apenas me recibí de ingeniero en 1977, empecé a viajar para intentar vender yerba mate. El principal mercado era Siria, pero no había vuelo directo desde Argentina, entonces existían dos caminos, por Madrid o Roma, y los dos los transité bastante. Además, en Madrid tengo primos con mi apellido, a los que visité siempre. Y en Barcelona, terminaron sus días en los años 90 las dos hermanas de mi abuelo, así que dos veces al año venía también. Conclusión, a España la visité siempre. Y vi con cierta envidia su impresionante progreso. 40 años después de mi primera visita a Madrid me pregunto por qué a España, a nuestros antepasados, le ha ido también y a nosotros no tanto, sobre todo en los últimos 12 años, en la supuesta década ganada, cómo nos fuimos quedando.

-¿Y qué se responde?

Hay distintas razones. Muchos de los errores se deben a no haber entendido bien cómo funciona el mundo. El mayor defecto del gobierno que se fue ha sido el aniquilamiento institucional, instituciones que se debilitaron dentro del país, y fuera, el mal posicionamiento de la política exterior. Nos colocamos mal. Siempre digo que cuando venís un poco atrás de los que van delante podés mirar cómo les va. En Argentina no elegimos de socios a los aliados que debíamos, como España, por ejemplo, que sufrió una crisis, aunque no es comparable con ninguna de Argentina, pero son crisis complementarias, que aunque parezca un absurdo no lo es. A España le sobran recursos y le faltan mercados, por algo hicieron tanta vivienda. En Argentina pasa exactamente lo contrario, tenemos mercado para hacer miles de kilómetros de autopista, vivienda, telefonía, energía, sobra mercado y faltan recursos. Por eso el entendimiento entre Argentina y España va a estar acompañado también por esto, no sólo por los 500 años de historia común, no sólo porque nos conocemos a la perfección con virtudes y defectos.

-¿Su tarea es entonces rectificar el rumbo de las relaciones bilaterales?

Sí, mi tarea es ayudar en política exterior. El rumbo que ha aplicado la nueva administración me parece correcto, creo que estábamos en un camino equivocado y la situación actual facilita la tarea de un embajador argentino en España. Me pongo en el lugar del embajador anterior y no habrá sido cómodo tener que explicar lo de Repsol. No le podemos echar la culpa a un embajador cuando la política es equivocada. En mi caso me veo favorecido por la nueva realidad.

-¿Y usted por qué eligió la política?

Hay dos explicaciones. Una, que nací político. En mi casa en la mesa se hablaba de política, en los momentos libres se hablaba de política. La televisión llegó a Misiones en los años 70, yo ya era bastante grandecito. Mi padre, mi madre, mi abuelo hablaban de política. Para mí era lo más afín que existía. Luego, la vida me llevó a tener éxito en el mundo empresarial, en los finales de los años 80 éramos la empresa que más facturaba de Misiones. En ese momento consideré que la vida me daba la oportunidad de trabajar en algo que no era para ganar plata, que es un sacerdocio, que debe ser un sacerdocio. Dejé mi cómoda posición de empresario para dedicarme a la política. Aclaro que como empresario nunca tuve relación ni proveedor del Estado, sino productor de yerba mate e industrial de la yerba mate, tarea en la que sigo, aunque dedico más de un 90 por ciento de mi tiempo a la política, es la pasión de mi vida y creo que desde la política uno puede hacer mucho por el que lo necesita, no sólo en asistencia sino en la eficacia y el éxito del Estado.

-Habiendo sido gobernador, diputado, senador y hasta presidente por unas horas, ¿qué significa esta designación en su carrera?

Yo siempre ocupé cargos que me dio el pueblo, salvo el de presidente por unos días debido a la renuncia de Fernando De la Rúa. Y ahora también en esta ocasión, en la que no se votan los embajadores, si no me hubiera presentado. He tomado la decisión de acompañar a un amigo, Mauricio, a quien conozco desde hace rato. En un rapto de soberbia me jacto de que empezó en política en mis pagos. Pero lo concreto es que le toca un momento complicado, aunque tiene las virtudes suficientes para encarar la dificultad de esta hora. Y como peronista, me sorprendió la amplitud de miras del presidente de convocar a todos en las embajadas, hasta del anterior gobierno, como es el caso de Timmermann en Paraguay. La Argentina de Macri es una Argentina en la que todos estamos involucrados en busca de su éxito. Esto también marca una diferencia con aquellos esquemas facciosos de creer que solo el que piensa igual tiene la razón y el que piensa distinto debe ser execrado. Por eso acepté, en mi condición de peronista, con la experiencia que creo puedo volcar para ayudar en este momento difícil.

-¿Con qué embajada se encontró?

Bettini ha sido un gran embajador de un momento muy difícil. Yo no puedo hablar por él, pero lo conocí antes y lo sigo tratando después, y me pongo en el lugar de los que tuvieron que ser embajadores con Cristina y Néstor y no habrá sido fácil porque venían decisiones que no se podían comprender. Quizás una persona como Bettini, antes de la etapa kirchnerista haya sido muy bien utilizado por España y Argentina, tiene una historia de haber trabajado por los dos países y su experiencia demuestra qué es lo que hay que hacer de ahora en adelante. Yo tengo muy claro que hay que restablecer relaciones con España, dejar atrás diferencias y aprovechar lo mucho que nos conocemos.

-¿Notó recelos o tiranteces en esas relaciones al llegar?

Creo que ya están recompuestas. Porque como dije antes, nos conocemos demasiado. A veces quiero explicarle cosas al gobierno español y no hace falta, porque ya las saben. Me pasó el día que entregué las cartas al Rey, sabía de la Argentina muchísimo, en profundidad y con nombres y apellidos. Esto facilita todo.

-¿Y de Argentina qué noticias nos trae? ¿Qué país se está construyendo o intentando construir?

Argentina tuvo dos logros muy veloces que sorprendió a propios y extraños. El primero, la cuestión cambiaria. En diciembre, cuando asumió Macri, no había dólares y se decía que iba a subir a 20 o 30, para transferir de adentro a fuera era una odisea, girar de afuera a adentro era perder muchísimo dinero porque tenía una cotización en el mercado oficial y otra en el libre. Todo lo que no había que hacer en materia cambiaria se había hecho. Para en enero de este año el tema cambiario estaba resuelto. Y esto lo demuestra el hecho de que vuelve a crecer el turismo entre Argentina y el mundo y no es poca cosa cuando se trata de una de las locomotoras de la economía. A este éxito se suma el de la política exterior, el de haber colocado al país donde debe estar. Por algo nuestro presidente ha estado en los lugares que ha estado y nos han visitado quienes nos han visitado, llámese Obama, Hollande, Renzi y una larga lista de máximo nivel. El rey de España me comentó por ejemplo que vio con agrado ver en Davos al presidente Macri acompañado del opositor más votado. Eso habla también de un gobierno democrático. Otros logros están en marcha, como la política de inversión, la afluencia de importantes capitales y personajes del mundo inversor es muy fuerte. Ahora hay que concretar esas inversiones para la generación de empleo genuino, que es la asignatura pendiente, pero lleva su tiempo. Esto es fundamental para disminuir la pobreza, que el gobierno anterior dejó en un índice del 30 por ciento, mientras nos decían que Argentina tenía menos pobres que Alemania.

-¿Con qué España se encontró teniendo en cuenta esta situación política tan atípica de un gobierno en funciones durante tantos meses? ¿Esto afecta en algo los planes de la Embajada?

La verdad, opinando desde fuera, mi sorpresa es que España lleva nueve meses sin un gobierno definitivo pero todas las instituciones funcionan. Las cosas que me tocó plantear en nombre de mi país, el gobierno las atendió y resolvió. La economía no dejó de crecer. Esto habla muy bien del poderío institucional de España, que va más allá del éxito o fracaso de algunas políticas o políticos. Las instituciones en Argentina no resistirían una semana sin un gobierno definitivo. Significa esto que cuando una democracia está consolidada en un mundo integrado como la Unión Europea, las instituciones están por encima de las personas.

-¿La política entonces no es tan importante?

La política no son sólo las personas sino también las instituciones. Uno de los problemas de lo cotidiano en estos nuevos tiempos es que la gente habla más de las personas que de las instituciones, entonces se confunde la política con el candidato. Yo soy seguidor un partido, de una ideología, que tiene un candidato y no al revés. El personalismo tiene un alto costo para la democracia y está dando malos resultados, sobre todo en nuestro continente. Reemplazar partido por personas no es bueno, la democracia se ejerce a través de sus representantes, que deben surgir de los partidos. Y el descrédito de estos últimos es muy grave para el sistema democrático. No hay democracia sin partidos, por lo menos dos.

-España justamente está viviendo el fin del bipartidismo…

Pero tiene cuatro, no pasó de dos a uno. Me hubiera preocupado si se encaminaba hacia un partido único, porque ya está probado que no funciona. Así me quedo más tranquilo.

-¿Qué objetivos se plantea en su gestión? ¿Trae una hoja de ruta específica?

Sí, es acompañar varios pasos. En la medida que se van dando estos resultados, acelerar lo mismo para beneficio de ambas partes. Cuando España consigue invertir bien, se beneficia. Y cuando nosotros conseguimos inversiones genuinas como las españolas, también nos beneficiamos. Así que hay que meterle pata en esta dirección.

-¿Y más allá de lo económico?

Le damos tanta importancia a lo cultural, que la visita de Estado de nuestro presidente, va a ser en febrero en el marco de ARCO, que llevará en 2017 el nombre de Argentina. El presidente ha demorado su visita, no porque no tenga premura en venir, quería que fuera su primer país en visitar pero no lo permitió la indecisión política. Para mostrar que por encima de todo están 500 años de historia y de cultura que nos unen.

-¿Nos puede adelantar algo en materia de acuerdos bilaterales como, por ejemplo, el de que los argentinos puedan convalidar sus títulos universitarios aquí?

Eso tiene cuatro etapas. Tres están cumplidas y falta una y tengo entendido que es inminente su aprobación. Soy optimista. Pareciera ser que la pelota está en nuestro campo y quienes colaboran conmigo en la embajada me dicen que estamos en condiciones de cumplir con este objetivo a la brevedad. En la reunión con el canciller Margallo, cuando me tocó acompañar a nuestra canciller en el Palacio de Santa Cruz, se charló este tema y es prioridad uno.

-¿Algo para destacar en estos primeros meses de estancia en España, que le haya llamado la atención?

Buena pregunta. Mi conocimiento de España es muy grande, nunca dejé de venir. Ver diferencias entre España y Argentina es muy difícil. Creo que lo más llamativo es el éxito español por encima de algo que en otras latitudes hubiera significado un gravísimo retroceso, como la indefinición política. Otra sorpresa, hay un mundo en recesión y España crece. Otra sorpresa, España fue cabeza de un gran imperio, los países que fueron parte de aquella historia, no ven a una metrópoli que viene a castigar o imponerse por la fuerza, sino una integración natural en la que los valores culturales nos unen. No vive la misma historia quien fue parte de algunos otros imperios, como el británico. Hay resabios que no existen en Iberoamérica respecto a la Península. Eso es muy importante.

-¿Cómo es el día a día de un embajador?

Depende del embajador. En mi caso, me apasiona poder ayudar en que las relaciones humanas se consoliden, fortalezcan, que las diferencias se vayan puliendo rápidamente. Entonces hay que dedicarle horas de intercambio. Un embajador no puede optar por encerrarse y hacer trabajar a sus funcionarios, que ya tienen mucha tarea. Tiene que ayudar en el mano a mano, en la relación con las personas. Yo le dedico muchas horas a esto, porque mi experiencia como gobernante, tanto en el plano ejecutivo como legislativo, me dice que cuando las personas hablan en directo, las cosas salen mucho mejor que cuando hay intermediarios.

-Le dio tiempo ya a extrañar algo?

Mi madre y mis hijos están en Argentina, pero me han visitado muchas veces. Amigos, tengo muchos allá, y otros acá. La verdad es que no tengo mucho tiempo para extrañar.

-Nos escriben a diario muchos argentinos que se quieren venir a vivir a España. ¿Qué les diría?

Depende del proyecto de cada uno. Somos tan parecidos que hay más o menos 400.000 españoles que están registrados en la embajada española de allá. Y acá estamos en torno a 330.000. Así que como hay quienes quieren venir, otros quieren ir para allá.

Betiana Baglietto

Periodista, escribidora. Con un pie en cada orilla. Más de 10 años en España, y aún no pierdo el acento. Loca por Bruno y Mateo

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