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No somos infalibles, sino un milagro en constante equilibrio

¿Seremos los mismos después del confinamiento? ¿Qué nos dejará de nuevo y de bueno toda esta tragedia que ha sacudido nuestras vidas como un tsunami?

Todo ocurre para y por algo, dicen. No sé si es aplicable a esta situación. Para algunos psicólogos esta pandemia no tiene absolutamente nada de bueno. Claro, como tal, como virus avasallador y letal nada podemos verle de bueno, pero en el posencierro ¿nos habrá servido para algo o sencillamente será ocurrió y ya está?¿pasaremos página como con tantas otras cosas que dejan de interesarnos porque las prisas nos envuelven en otras realidades y urgencias? ¿volveremos al punto en el que estábamos cuando nos pilló desprevenidos este infinitesimal energúmeno? Como una manera de minimizar el impacto que ha tenido en nosotros y burlándonos del destino, ¿retomaremos la vida como si nada hubiera pasado? Imagino que es otra forma de enfrentarse a algo que marca negativamente nuestra vida; quizás sea una forma de recomenzar, partiendo del momento, del punto donde nos quedamos ese sábado 14 de marzo de 2020 cuando todo dio un vuelco radical y comenzamos obedientemente el confinamiento, pero me temo que no será posible. Me sorprende lo rápido que nos adaptamos para seguir viviendo, pero de otra forma: el teletrabajo, las clases online para los que pudimos hacerlo así; sé que no todos contaron con esa posibilidad y se vieron despojados de sus actividades y de brazos cruzados de la noche a la mañana, pero fuimos todos obedientes y nos quedamos en casa.

Sabemos que el hombre es un animal de costumbre para bien y para mal; es una realidad que esta situación extrema lo está demostrando, ya dos meses y medio confinados en casa y casi que a muchos la calle se nos presenta como un lugar inseguro e incierto, no solo por el virus que acecha sino porque nuestras cuatro paredes son resguardo, cobijo, seguridad, y pienso que puede invadirnos el agorafobia que según los médicos no sería extraño ni alarmante, sino una reacción normal ante otro cambio brusco de nuestra rutina, al que debemos añadir el temor a la amenaza latente que nos espera ahí fuera.

Entonces ¿sería posible retomar nuestra vida allí donde la dejamos “como si nada hubiera pasado”? Por lo del virus acechante, evidentemente que no, como tampoco sería responsable volver a comportarnos de igual manera, se nos pedirá ‘prudencia’ en nuestros contactos sociales; por el uso obligado de mascarillas, tampoco, pero cuando se nos pase el miedo al contagio, cuando llegue la vacuna y todos estemos inmunizados frente a este ataque viral, ¿seremos los mismos?. La vida es tan fuerte y mágica que se empecina en volver y vuelve con fuerza, pero me gustaría creer que nos daremos cuenta de que es más que nunca un milagro en permanente equilibrio y por eso mismo única y fascinante, a pesar de los vaivenes.

Sé que la vida nos envuelve  en su rapidez, en sus prisas y así imagino que volveremos a las andadas, moviéndonos de aquí para allá y la vorágine volverá a marcar nuestra existencia, sumado a una incesante publicidad engañosa que nos crea necesidades donde no las hay.

¿Distinguiremos lo importante de lo urgente cuando pase esta pesadilla? ¿Crearemos más espacio y tiempo para lo que vale la pena? ¿Nos habrá hecho menos arrogantes y más humildes la pandemia, más cautos y menos ambiciosos?

El ser humano es complejo e impredecible y puede sacar lo mejor y lo peor de sí mismo frente a las diversas circunstancias, de ahí que las respuestas a estas preguntas que me hago, y que aquí os dejo, me las irá contestando el día a día, la vida misma.

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